Los árboles ya
nos hablan con su porte y su belleza, con los colores de sus hojas y el aroma
de sus flores, con la hermosa realidad de sus frutos. Y nos hablan de sus
vidas, ancladas en tierra por la raíz pero también con vocación de vuelo
intentando alcanzar el cielo con sus ramas más altas.
Pero cuando
los árboles nos hablan de verdad, cuando nos cuentan y nos cantan sus penas y
sus alegrías es cuando son dirigidos por el más genuino y prestigioso director
de orquesta , el viento. Es entonces cuando cada árbol se convierte en músico
virtuoso de la monumental orquesta sinfónica de
NARANJOS
Y LIMONEROS
Naranjos y limoneros son los músicos mejor
perfumados de la orquesta. En las tardes de las dulces primaveras, saturan de
aromas de azahar el aire. Sus hojas repiquetean a las órdenes del viento y el
sonido viene a ser un rasgueo de guitarras en un patio sevillano en las mágicas
noches andaluza.
Los pinos se sitúan en el lugar más alto de la orquesta. Cuando el cálido aliento del viento en las mañanas del estío golpea sus redondas y orgullosas copas, estas agitan sus agujas y suenan igual que un afinado xilófono de viejas piezas de madera.Las vecinas cigarras aportan el acompañamiento rítmico con su monótono canto de siestas infinitas.
CASTAÑOS
Cuando el viento del otoño azota las ramas del
enorme castaño, se produce un sonido grave y melancólico, una melodía triste
que nos recuerda al saxo. Sus desmayadas notas consiguen que las hojas
abandonen las ramas y comiencen a danzar cual expertas bailarinas mientras caen
en graciosas piruetas y locos remolinos en busca de la mullida alfombra del
suelo otoñal. Sus giros locos ofrecen un bello espectáculo a ritmo de blue al
maravillado visitante de la foresta.
CIPRESES
Tras las blancas tapias de los silenciosos
cementerios, entre tumbas de mármol con jarrones de crisantemos, mecen los
cipreses sus severas siluetas con movimientos lentos y solemnes, acordes con el
tiempo y el lugar. Un viento sigiloso se cuela entre sus ramas y extrae de
ellos notas de paz espiritual. Los muertos sonríen al escuchar ese sonido grave
de ronco y lastimero violoncelo.