viernes, 9 de marzo de 2018

Tú y la noche





Cuando la tarde agoniza y los pétalos azules del recuerdo se abren entre la niebla, busco tus ojos en la incipiente oscuridad mientras recito versos ya lejanos, como aquellos que un día me hicieron creer de nuevo en lo imposible.

Cuando la noche lo envuelve todo con su manto negro tejido de hilos siniestros, busco tus añoradas facciones entre la gente que se cruza conmigo por la calle, pero nadie eres tú.

Cuando el aire de este frío noviembre se impregna de vulgares fragancias envasadas, busco en las redomas del recuerdo el sutil  aroma de tu piel ardiente, trémula de besos tras la madrugada.

Y toda tú me llegas a oleadas pero nítida y radiante, plena y sensual . Toda tú te me entregas cuando vienes a mi triste silencio y me regalas tu hechicera sonrisa, capaz de convertir en livianas cometas las piedras más pesadas del camino.
Y me traes tu luz, brillante como el sol en el estío.
Y me llega tu voz, agua fresca y serena, para regar con  ella los resecos arriates de mi alma.


Cuando la tarde agoniza y el frío se apodera de mi cuerpo cansado de añorarte, es el calor de tu dulce recuerdo, cada día más intenso, el que me arropa y me transporta al increíble mundo de los sueños, el único lugar donde reina la paz, la dicha y la armonía.

Soledad


¿Quién llenará hoy de halagos mi atormentado ego?
¿Quién me dará un abrazo esta lluviosa mañana de diciembre?
¿Quién calmará hoy mis ansias?
¿Quién apagará el fuego de mi cálida piel en este día gris de negros  
 nubarrones?
¿Qué ojos mirarán mis ojos apagados?
¿Quién abrirá sus labios sobre los labios míos para calmar la sed de amor que me devora?
¿Quién secará hoy mis lágrimas amargas?
¿Quién humedecerá mi reseca tristeza?

¿Qué hacer cuando a tu alrededor nadie ve tu vacío?

...Y es que hay días en que sería mejor seguir durmiendo.
En que sería mejor no despertar a este inmenso desierto que es a veces la vida.