viernes, 16 de febrero de 2018

Madrugada

     

   A veces, de madrugada, salgo a la terraza y, con mi taza parisina de humeante café en la mano, observo la ciudad...

Me fascina el silencio de la hora, la callada presencia del aire entre las ramas y el brillo tembloroso, como inseguro, de alguna estrella lejana...Pero, sobre todas las cosas, me fascinan las luces que a esas horas permanecen encendidas aún, tras las ventanas. Las observo y, sin saber muy bien por qué, me imagino que, bajo cada una de ellas, allá en el salón cálido y confortable, hay alguien que espera...Que espera a que la persona adecuada llegue a su vida...la esperan en silencio, convencidos de que tarde o temprano, llegará...llevan toda una vida en esa dulce espera....

Lo que ellos no sospechan es que aquel o aquella a quien esperan, está igualmente esperando bajo otra luz igual de mortecina...esperando también a alguien que les quiera...



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