Te fuiste
en primavera y ahora, en el verano, es tan viva la luz que anida en mi retina, que apenas te
recuerdo.
Pero sé
que, cuando lleguen los fríos del invierno, cuando la densa niebla cubra el
valle con su velo de gotas engarzadas, cuando la escarcha forme sobre los
charcos dormidos del sendero un mosaico de diáfanos cristales de carámbano, entonces,
sólo entonces...
...volveré
a ver tus ojos que me miran desde el suave fulgor de la mañana.
...volveré
a oír tu voz en mis oídos susurrándome bajito, muy bajito, dulces palabras de
amor.
...volveré
a ver tu cara en los espejos de la tarde, mientras la última luz juega a
esconderse tras las montañas azules de poniente.
Cuando los
troncos secos crepiten en mi solitaria chimenea.
Cuando los
fríos puñales del hielo de la noche cuelguen desde el alero del tejado, amenazando
con caer sobre los setos de las mustias caléndulas, entonces, sólo entonces...
...mi alma
se impregnará del terrible vacío que se dejó olvidado tu insoportable
ausencia.
Por alguna casualidad de qué se yo, he llegado hasta su página y me he felicitado poro ello porque me he encontrado con una prosa deliciosa, bien tratada, con una descripción del paisaje y de los sentimientos más íntimos brotando del alma.
ResponderEliminarAmigo Joaquín, le dejo mi respeto y admiración por su buen manejo del idioma de Cervantes.
Saludos desde Suecia.
Hola Gustavo. Me alegra saber que esta entrada fue de su agrado porque es una de mis favoritas. Gracias por sus palabras de apoyo,siempre bienvenidas.
ResponderEliminarSaludos cordiales desde España.
Enorme poema
ResponderEliminarMe.encanta la.frescura.de.estas palabras
Un abrazo
Me alegra saber que te llegó el mensaje y que te gustó la forma,Magdeli. Gracias por tu paso por este blog de prosas con poesía.
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